Descubriendo Toledo (parte I) y conociendo a Hanane

Puede ser que las horas de la noche sea lo que me despiertan las ganas de escribir, o tal vez la falta de luz me hace adentrarme en mí y prestarle la debida atención a eso que se viene a mi cabeza, porque simplemente es algo que fue hermoso y merece ser contado. Así es que me dirijo a ustedes querida audiencia, porque agradezco que lean lo que el mundo me ha enseñado.

Toledo llegó a mi como un viaje mágico. Siendo una planeadora empedernida, comprar ese tiquete a Madrid sólo por escuchar ese llamado que el universo me mandó “de la nada” fue lo más lógico y sabio que sentí hacer hacia mediados del año 2018. Decidir ir a Toledo porque sí, a pesar de las responsabilidades, fue la primera gran acción para iniciar realmente el viaje hacia mi interior.

A ver…¿Cómo describo a Toledo? Mágico, inesperado, congelado en el tiempo, liviano, árido, acogedor, histórico, sorprendente, secreto, la mezcla perfecta y definida de los cuatro elementos…sencillamente hermoso.

Tal vez haya sido casualidad, pero por alguna razón mi viaje fue justo en las celebraciones del Corpues Christi y esto le dió un toque especial a mi viaje. Valga decir que fui a Toledo con cero expectativas de “turistear”, nulo conocimiento de la ciudad y sus atractivos y solo queriendo descubrir el lugar “como fuera viniendo”. Así que justo llegar a una de las fiestas mas representativas del tradicional y religioso Toledo fue algo sorprendente para mí.

La celebración del Corpus Christi es una fiesta religiosa donde la ciudad se transforma, tapetes con diseños detallados tradicionales cuelgan de los balcones de las calles principales, coronas de flores hacen una especie de techo entre diferentes puntos de la ciudad y dirigen a los peregrinos a la iglesia, en procesiones que parecen un mar de gente y son imposibles de atravesar. Creo que fue por esto que en medio de las desviaciones y mi incapacidad para entender los mapas del celular llegué a este callejón, donde sentía que podía respirar y escaparme del tumulto. Sinceramente con la idea de irme a otra ciudad buscando relajarme por unos días y conocer tranquilamente un poco…las procesiones fueron mucho para asimilar. Así que al llegar a esta estrecha calle donde pude tomar calmadamente un poco de agua y caminar lento, me dejé llevar por mi impulso de tomar fotos a todo lo que se aparece (aún sin preguntar) y mi pasión por descubrir la historia de mis carrieles. Entonces conocí a Hanane.

“¿Te puedo ayudar en algo?” Me interrumpe una voz calmada y amable, mientras descaradamente fotografiaba su tienda y varios de sus productos sin mostrar un claro interés de compra. Avergonzada me disculpé, pues seguramente no era mi mejor carta de presentación. Además ni siquiera había caído en cuenta de que la tienda podría (claramente) tener propietario(a). Simplemente quede embelesada con los lindos diseños y mi típica distracción no me avisó que debí haber pedido permiso para tomar las fotos. Sin embargo, la respuesta fue “no, no, descuida…tu toma las fotos que tu quieras, aquí no hay ningún problema”. Así fue que empezamos a conversar y yo como siempre a contar sin filtro lo que se me pasa por la cabeza. Entonces teniendo en común que a mi me encantan los carrieles y Hanane los vendía, fue que empezamos a discutir acerca de la marroquinería y su origen. Y bueno, podrán adivinar de donde venían estos bolsos…sí, Marruecos! Ja! Y también Hanane.

Ella vivía desde hace mas o menos 20 años ya en España y si no me hubiera dicho que era marroquí, pues hubiera seguido pensando que era española. Fue así que por mas o menos media hora conversamos acerca de como era comercializar sus productos en Toledo, de como no era lo que dejaba mas ganancias en el mundo, pero que ella era feliz vendiendo y compartiendo lo que la gente de su país hacía. Porque gente, la marroquinería es un arte. Acabados a mano y detalles que solo el toque humano le puede dar a algo es lo que abundaba en esta tienda.

Pero lo que mas recuerdo fue la energía que emanaba de esta mujer. Era pacífica, feliz. Y hacia el final de nuestra conversación, cuando estabamos intercambiando contactos fue que me explicó como pronunciar su nombre y li que éste significa. En árabe la palabra amor se dice diferente dependiendo del tipo de amor que sea. Pues su nombre “Hanane” significa amor de madre.

Gracias a Hanane me sentí mas cerca de conocer la cultura marroquí y descubrir por mí misma como son las personas de su continente, de su país, por mi propia experiencia y no por lo que me “informan” los medios. Gracias a ella ahora pienso que las personas en su país son amables, alegres y con una perspectiva alegre y tranquila de la vida. Conocer a Hanane me dejó con una maravillosa experiencia y un bolsito marroquí.

De esta manera fue que seguí descubriendo Toledo, sin planes ni expectativas.

Pues bueno, al día siguiente con el mayor relajo posible, me levante tarde y después de arreglarme salí a almorzar. Gazpacho, codorniz a la toledana, tinto de verano y unos ricos buñuelos (profiteroles). Después de hacer el pedido (aparentemente diciendo mucho “entonces”), esucho “entonces, entonces…eres colombiana?” me dice el mesero de “Virgen de la estrella” con su indiscutible acento español. Le respondo que sí con una leve risa y le pregunto por qué. Me responde “es una muletilla que utilizan mucho ustedes”. Luego se ríe y va “a por mi pedido” (¡vaya que los españoles sí que tienen muletillas también! -dígase con acento español por favor-).

Y he aquí los anhelados buñuelos. Pero pausa, que yo no me esperaba nada dulce (mentiras, obviamente sí, era el postre). En fin, no eran como los buñuelos colombianos…supongo que ya que fuimos los colonizados, nosotros somos los copiones. Probablemente buñuelo sea una palabra para definir cualquier cosa redonda, esponjosa y frita. En todo caso, deliciosos.

Bueno “tíos”, creo que después de este almuerzo quedé con el estómago bien pesado y las horas ya no me ayudan a mantener mi sueño lejos. Por ahora me despido y espero volver pronto con la parte II. Advertencia: parte III, tal vez IV y V. Quien sabe…Toledo si que se merece toda una secuencia.

¡Descansen y que tengan un día bien “guay”!

Maria.

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